sábado, 30 de octubre de 2004

 



Tú, yo misma


Tú, yo misma, secas como un viento derrotado que no pudo sino muy brevemente sostener en sus brazos una hoja que arrancó de los árboles ¿cómo será posible que nada te conmueva que no haya lluvia que te estruje ni sol que rinda tu fatiga? Ser una transparencia sin objeto sobre los lagos limpios de tus miradas como una tempestad, que se diluvio de hace ya mucho tiempo. Si desde entonces busco tu imagen que era solamente mía si en mis manos estériles ahogué la última gota de tu sangre y mi lágrima y si fue desde entonces indiferente el mundo e infinito el desierto y cada nueva noche musgo para el recuerdo de tu abrazo ¿cómo en el nuevo día tendré sino tu aliento, sino tus brazos impalpables entre los míos?
Lloro como la tierra que ha sentido dos veces germinar el fruto perfecto y mismo. Lloro porque eres tú para mi duelo y ya te pertenezco en el pasado.

N@t ... En horas libres.



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